Muchas veces me olvidé de quien era. Muchas veces el dolor y la ira se apoderaban de mi razón, de mi corazón. Me hacía ser nada. Me hacía ser nadie. Muchas veces me olvido de las personas, aunque, ¿Se supone que ellas te hacen daño?. Esa ira me hacía olvidarme de todo, pero eso quizás es malo a veces, ¿no?
La gente no me hace daño. La gente me hace querer superarme. Sin embargo, el dolor, no. La ira quizás tape lo que sentimos, en un gran esfuerzo por dejar de sentir. Pero, ¿Qué somos nosotros sin sentir? Quizás eso nos sirva para crecer, para soñar. Algunas veces me sentía inmaduro, pero vamos, ¿Qué es madurar? ¿Planear cada segundo de tu vida? ¿Planear lo que quieres sentir, ver, y vivir? La vida es un gran cúmulo de sentimientos, de improvisar, de soñar, de pasar etapas, aunque, cada uno las pasa como quiere. La vida, no es dolor, ni ira. La vida es aquello que pasa deprisa, es aquello que quieres saborear, pero no te da tiempo a hacer todo lo que soñabas. Vamos, siempre es bueno tener una página vacía en nuestra vida, para poder escribirla a nuestra voluntad. Sin números, sin letras, sin imágenes, sin recuerdos. Sólo lo que sentimos en ese momento. Todo lo que vencimos, todo lo que superamos. Esa es la vida que yo necesito.
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